Estoy de acuerdo con algunos mis compañeros en que el ser profesor es una tarea muy demandante, compleja, y con muchas limitantes; pero también quiero recordarles que es sumamente gratificante ver como se van desarrollando, saber que les dejamos una semilla que germinara en poco tiempo. Algunos alumnos no entienden que lo que les transmitimos les servirá en el futuro, refunfuñan y se quejan de las lecturas, de las tareas, de los trabajos, pero al pasar el tiempo regresan y nos dicen “gracias, lo que aprendí me ayudo mucho a conseguir trabajo, me ayudo a mejorar como persona, me ayudo a reflexionar para continuar estudiando y ya estoy en la universidad” estas palabras y otras tantas, me llenan de júbilo y engrandecen, se me llena en corazón de orgullo y digo, vale la pena el trabajo, el esfuerzo, la falta de horas para dormir.
Siempre he gustado de la docencia, pero me parecía que era momento de integrarme formalmente a una institución, ya no sólo por afición, sino bajo un compromiso mayor con mi sociedad. Así que, apenas culmine la licenciatura ingrese al CONALEP y pese a que han existido limitantes para impartir las clases, negación de los alumnos, falta de identidad, rebeldía, entre otras. El reto que tengo todos los día de llegar a clase no cambia. Me sigo entusiasmando con la idea de un nuevo ciclo escolar, inicio con muchas expectativas sobre los grupos con los que voy a convivir de una a cinco horas de clase a la semana.
Así que después de saber que significa ser profesor y todo el trabajo que lleva consigo el serlo, no me queda más que enviarles una gran felicitación a los que compartimos el mismo barco.
Saludos
Griselda Luna
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